mi cuerpo hecho nudo duro menos de un segundo. hice fuerza para dejar la sensación triste escondida bien adentro. ignoré todas mis señales de alerta; crucé la puerta, y entré.
en la casa todo estaba viejo, roto o sucio o todo junto.
dos pasos después, el horror se me pintó en la cara de forma declarada. era el lugar más triste del mundo. todo estaba teñido del más absoluto de los abandonos; no podía creer que alguien viviera en esas condiciones.
pero él no paraba de hablar y me distraía.
era un orador compulsivo. estaba absoluta y totalmente entregado al manejo de sus palabras, y en su vorágine, no registraba que yo todavía no había emitido sonido.
mi miedo más grande era que él me instara a hablar, que me pidiera una opinión; agradecí que fuese tan incapaz de leer en mi silencio. no quería que se me cayera la careta que intentaba ajustarme, y que, descubierta mi conciencia burguesa, no tuviera más remedio que marchar hacía el otro lado de la calle Rivadavia.
no pasó naranja porque de repente me besó. fue raro. fue de todo y todo muy raro. ya no tuve tiempo de pensar más, porque antes que pudiese conjeturar una idea se le cayó de la boca una frase que me resonó como un látigo en la espalda: "yo soy un desastre Laura".
me aguanté para no llorar... Pablo me rompía el corazón por segunda vez en la noche.
no me quedó otra que mentirle porque no quería ver caer mi castillito de naipes tan prontamente: "yo también".
subida a la negación galopante empezaba, ahora si, a jugar con las caretas, de burguesa a proletaria, de boba enamorada a chica cool coge mil.
los malabares del embuste que me proponía me iban a dejar seca de un momento a otro, y ya en ese momento, yo lo sabía. entraba a la cancha, sabiendo y no sabiendo, esperando espectante el momento justo en el que pudiese desplegar el engaño de ser y no ser para sentirme un poco menos sola.
pero mi empresa estaba destinada al fracaso. triste Laura iba ser todavía más triste cuando chocara con las verdad de las cosas: las cosas nunca son, y nunca serán, lo que una sueña.
1 comentario:
En un momento bajé la ventana para ver cuando faltaba: no queria que termine. Faltaban unas oraciones, y yo, yo tengo ganas de leer mas.
Publicar un comentario